No puede negarse lo poco sostenible de la situación en Libia. Ni siendo anormalmente optimistas podríamos obviar lo que ya aporta la evidencia durante estos pasados días; pero no nos es posible dejar de sentirnos apenados por la intervención más que inminente de fuerzas internacionales para pacificar y normalizar la situación en el territorio de este país norteafricano. Esta situación nos traslada a épocas que ya creíamos totalmente superadas y desde aquí nos oponemos a cualquier tipo de ocupación militar en una nación soberana.
Distinto es el hecho de lo peculiar de la situación no sólo en Libia sino en la totalidad del territorio africano: no existe una democracia tal y como la conocemos en Europa o Estados Unidos. No puede comportarse de la misma forma la sociedad en Francia, España o Alemania que en Guinea Ecuatorial o Marruecos, entre otros factores porque se encuentran a siglos-luz de distancia de nuestra tradición democrática.
Definitivamente, tal vez la intervención aliada haya sido inevitable, pero es lamentable.